Autor: Federico García Lorca

LOS ÁLAMOS DE PLATA

Los álamos de plata

se inclinan sobre el agua,

ellos todo lo saben, pero nunca hablarán.

El lirio de la fuente

no grita su tristeza.

¡Todo es más digno que la Humanidad!

La ciencia del silencio frente al cielo estrellado,

la posee la flor y el insecto no más.

La ciencia de los cantos por los cantos la tienen

los bosques rumorosos

y las aguas del mar.

El silencio profundo de la vida en la tierra,

nos lo enseña la rosa

abierta en el rosal.

¡Hay que dar el perfume

que encierran nuestras almas!

Hay que ser todo cantos,

todo luz y bondad.

¡Hay que abrirse del todo

frente a la noche negra,

para que nos llenemos de rocío inmortal!

¡Hay que acostar al cuerpo

dentro del alma inquieta!

Hay que cegar los ojos con luz de más allá,

a la sombra del pecho,

y arrancar las estrellas que nos puso Satán.

¡Hay que ser como el árbol

que siempre está rezando,

como el agua del cauce

fija en la eternidad!

¡Hay que arañarse el alma con garras de tristeza

para que entren las llamas

del horizonte astral!

Brotaría en la sombra del amor carcomido

una fuente de aurora

tranquila y maternal.

Desaparecerían ciudades en el viento.

Y a Dios en una nube

veríamos pasar.