Autor: Luis Cernuda

EL ÁRBOL

Al lado de las aguas está, como leyenda,

En su jardín murado y silencioso,

El árbol bello dos veces centenario,

Las poderosas ramas extendidas,

Cerco de tanta hierba, entrelazando hojas,

Dosel donde una sombra edénica subsiste.

Bajo este cielo nórdico nacido,

Cuya luz es tan breve, e incierta aun siendo breve,

Apenas embeleso estival lo traspasa y exalta

Como a su hermano el plátano del mediodía

Sonoro de cigarras, junto del cual es grato

Dejar morir el tiempo divinamente inútil.

Tras el invierno horrible, cuando sólo la llama

Conforta aquella espera del revivir futuro,

Al pie del árbol brotan lágrimas de la nieve,

Corolas de azafrán, jacintos, asfodelos,

Con pujanza vernal de la tierra, y fielmente

De nueva juventud el árbol se corona.

Son entonces los días, algunos despejados,

Algunos nebulosos, más tibios de este clima,

Sueño septentrional que el sol casi no rompe,

Y hacia el estanque vienen rondas de mozos rubios:

Temblando, tantos cuerpos ligeros, queda el agua;

Vibrando, tantas voces timbradas, queda el aire.

Entre sus mocedades, vida prometedora,

Aunque pronto marchita en usos tristes,

Raro es aquel que siente, a solas algún día

En hora apasionada, la mano sobre el tronco,

La secreta premura de la savia, ascendiendo

Tal si fuera el latido de su propio destino. [...]